Entre flores y azucenas corrió un día,
los años de mi niñez efímera,
los lloros de mi pueril dolor,
la infancia de mi primer amor.
Tiene esta elegía un fiel testigo...
un viejo caserón, un sol amigo;
mis hermanos y mis padres...
de mi vida y de mis días los autores.
Allí por darme vida lloró mi madre.
Allí... por darnos el sustento vi a mi padre,
de su frente arrugada brotar agua...
y sangre de su mano encallecida.
De mi madre aprendí las dotes de mi alma,
y de mi padre el amor a la campiña.
Un día marché con el hacha entre mis manos
y a su lado fuí a rasgar el alma de los campos.
El tiempo tranquilo iba pasando,
mas un día me llamó a su destino...
separando de mi lado mis ensueños,
mis padres, mis hermanos y mis campos.
Hoy me hallo lejos de ti hogar querido,
las voces de amor bajo tu techo escuchar no puedo,
sólo un recuerdo llevaré dentro del alma,
que fuiste tú... la luz de mi primera infancia.
Esta noche mi alma arrobada en tu recuerdo,
ha dictado unos versos pobres de sentido,
pero llenos de amor y luz divina
brindados por un hijo de tu alma.
Mas no te digo adiós hogar lejano,
porque siempre te llevo aquí en el pecho...
Sólo te digo hasta luego tierra amada...
Con una lágrima en los ojos ...
Y un suspiro de mi vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario