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jueves, abril 07, 2016

La leyenda del hilo rojo


"Cuando aparece nuestro amor de hilo rojo se marca un antes y un después en nuestra vida que marcará el resto de nuestros días y nuestra forma de concebir el amor"



Cuenta una antigua leyenda oriental que todos nosotros estamos unidos por un hilo rojo al amor de nuestra vida. Da igual que se enrede, que se estire o que de veinte mil vueltas al planeta. Dos personas enlazadas siempre terminarán por encontrarse, aunque esto tenga que ocurrir en el fin del mundo.

Este hilo rojo tiene un dueño llamado Destino, por lo que nunca, pase lo que pase, podrá quebrarse. No importa lo que se tarde en conocer a esa persona, ni el tiempo que pasemos sin verla. Tampoco si esta vive en la otra punta del planeta, pues nuestro hilo se estirará de tal forma que nuestros corazones siempre se alcancen.

Este hilo nos acompaña desde el nacimiento y a través de él nuestra vida gira y gira. Se dice que el Abuelo de la Luna salía cada noche a conocer a los recién nacidos para unir sus almas a través de un hilo rojo anudado en su dedo. Este decidiría su futuro y guiaría el tránsito de sus almas para que nunca pudieran perderse por los rincones del mundo.

Hace mucho mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino, y la mandó traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo.

Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie.

Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo». Al escuchar esto el emperador enfureció y, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. 

Ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda.

Y ,en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.


Dicha leyenda se encuentra tan arraigada en las culturas orientales que hay millones de personas que llevan hilos rojos anudados en sus manos.

En cuanto a su origen exacto, no está claro si se gestó en China o en Japón. No obstante, se dice que la leyenda comenzó cuando se descubrió que la arteria ulnar conecta el dedo meñique con el corazón, el manantial de nuestra vida y el rincón que metafóricamente alberga nuestra capacidad de amar.  (Otras fuentes hablan del dedo corazón, lo cual tiene más tradición en Occidente).

El hilo rojo puede unir el amor de una madre o de un padre, de un hermano, de un amigo o de una pareja con un mismo destino: conocerse y amarse.


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